¿Cuál es el protocolo de limpieza de salas blancas?

Uno de los aspectos más importantes de las salas blancas es que cuentan con un diseño totalmente adaptado a los requerimientos del espacio. Por ejemplo, para evitar que se acumule el polvo se pone especial atención a los acabados interiores con esquinas redondeadas. De este modo es más fácil llevar a cabo un correcto protocolo de limpieza de salas blancas, pues hasta la partícula más pequeña puede generar contaminación y una pérdida de calidad del producto.

Por tanto, ya podemos contar con los mejores sistemas de filtración y climatización que, si no realizamos un minucioso control de la limpieza del personal y del material que entra en la sala blanca, no podremos mantener su pureza. Como veremos a continuación, cada tipo de sala cuenta con su propio protocolo de limpieza, pero hay requerimientos básicos para todas ellas como acceder sin aparatos electrónicos, minimizar en lo posible las entradas y salidas y colocar los residuos en una doble bolsa antes de retirarlos.

Limpieza por zonas 

A la hora de efectuar el saneamiento, el protocolo de limpieza de salas blancas marca que se empiece a desinfectar desde la parte más limpia hasta la más sucia, y de arriba hacia abajo. No obstante, hay que tener en cuenta que la decisión última sobre cómo proceder la tienen los responsables de cada sala. Por otra parte, cada zona cuenta con sus propios requisitos de limpieza:

  • Techos: la limpieza y desinfección se lleva a cabo con una mezcla de agente neutro y agua corriente, seguido de un aclarado y secado. Es importante tener sumo cuidado en estos últimos pasos para no dejar restos del producto limpiador. Si hubiera manchas persistentes, podríamos frotar con una esponja.
  • Luces: la limpieza debe hacerse con un trapo humedecido y producto específico para cristales, que no ataque las lentes. Para limpiar su interior habrá que seguir el mismo proceso.
  • Paredes, puertas y ventanas: primero hay que pasar un aspirador y, después, han de limpiarse de arriba a abajo trazando líneas verticales, con un trapo humedecido con agente limpiador. Este ha de ser doblado después de cada movimiento para emplear una parte no usada. Después procederemos al aclarado y secado. Para la suciedad más persistente puede emplearse agua caliente, pero jamás productos con componentes corrosivos o abrasivos.

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Vestuario y materiales

Si bien tenemos controlados los aspectos internos, no es menos importante contar con los factores externos como el vestuario del personal de limpieza y los productos que emplean. Controlarlo es una medida clave para asegurar la contaminación cero del entorno, y cualquier persona que acceda a una sala blanca ha de respetar las indicaciones que veremos a continuación.

El protocolo de limpieza de salas blancas indica, respecto al vestuario, que lo primero que hay que hacer es revisar todas las prendas para controlar posibles descosidos o roturas que puedan provocar un desprendimiento de partículas y fibras. Después hay que lavarse las manos y, posteriormente, cubrirse los zapatos y colocarse los guantes, el gorro y la bata esterilizados, por este orden. Además, antes de acceder a la sala blanca habrá de pasar por una alfombra especial, que retiene los contaminantes presentes en el calzado.

Otro factor externo importante a tener en cuenta son los materiales de limpieza. Si no son específicos para proteger los productos y su entorno pueden ser perjudiciales, ya que en algunos casos sus tejidos suponen una fuente de contaminación. Por lo tanto, deben estar especialmente diseñados para absorber de forma eficaz los líquidos, eliminar completamente las partículas y ser resistentes a los agentes químicos de limpieza.

Además, todos los materiales de limpieza se usarán exclusivamente en la sala blanca -pero no se almacenarán dentro- y se desinfectarán antes de entrar. Los más empleados son los siguientes:

  • Purificadores del aire: aspiradores especiales con filtro total (HEPA) que depuran el aire mientras se limpia.
  • Paños de microfibra: bayetas y mopas que no desprenden fibras, pero cuentan con una alta capacidad de arrastre. En cada servicio de limpieza deben ser nuevos.
  • Desinfectantes: han de contar con Registro DES, un reconocimiento que certifica que estos químicos son aptos para una sala blanca, pues han sido testados previamente en condiciones parecidas. 

¿Qué significa todo esto? Que de nada sirve contar con ambientes controlados si no se sigue un correcto protocolo de limpieza de salas blancas. Su mantenimiento es sumamente delicado y debe ponerse en manos de profesionales con los conocimientos técnicos necesarios. De lo contrario corremos el riesgo de contaminar el producto y acabar generando un mayor gasto a la postre.

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